El ser humano es un ser social
Las rutinas ahogan y queman las relaciones
Cuando se comparten vivencias expansivas las relaciones se curan
Las actividades en familia son encuentros vivenciales para estimular los vínculos positivos entre los miembros de la familia y también para compartir y encontrarse con otras familias.
Son actividades expansivas para desarrollar la creatividad, el juego, la espontaneidad y generar estados de ánimo positivos como la alegría, el afecto, la cooperación, la ilusión, etc.
Esto permite, por un lado, que los individuos y las familias salgan de sus formas de sentirse y relacionarse rutinarias y desgastadas, abriendo paso a lo nuevo e ilusionante. Lo cual favorece los cambios y los vínculos positivos. Sirve además, para tomar consciencia de cómo estamos en la vida cotidiana por contraste con estos estados expandidos de consciencia.
Se desarrollan en espacios naturales. La conexión con la naturaleza ayuda mucho. Ayudan a tomar consciencia y abrir nuevas vías de relación con uno mismo/a y con las familias.
Además, son propuestas diseñadas para que las familias se encuentren unas con otras. Padres y madres con otros padres y madres, niños y niñas con otros niños y niñas. Diferentes sistemas familiares conviviendo y aprendiendo unas con otras.
Cada familia es única y desarrolla una crianza propia. Esta diversidad es riqueza, y ayuda mucho a ensanchar los esquemas mentales conocer cómo son y se relacionan otras familias. Esta riqueza de diversidad compartida permite conexiones de socialización, vínculos, sensación de pertenencia, redes y aprendizaje colectivo.
Es decir, las propuestas van en doble sentido: a nivel interno familiar y a nivel relacional con otras familias. Son básicamente herramientas facilitadoras, que permiten el aprendizaje de prácticas de autoconocimiento y desarrollo relacional.
Como familia vivimos dentro de otros sistemas (comunidad, barrio, municipio,…) y es muy favorable sentirse dentro de un entorno con el cual empatizamos. El grupo se abre.