
Que el niño/a sea niño/a.
Que el padre sea padre, que la madre sea madre.
Que el adulto/a sea adulto/a.
Que cada miembro sea quien es.
Que la familia sea un espacio de crecimiento y desarrollo de cada uno de sus miembros
para su conexión con su propia esencia y su integración en la sociedad.
La familia como sistema de relaciones entre sus miembros, como estructura de sostén, apoyo y de vínculos afectivos, tiene la misión de posibilitar el desarrollo de cada miembro, sea como padre/madre sea como hijo/a, siendo la finalidad del camino la de encontrar un lugar seguro y de crecimiento en el mundo, en su relación con el entorno social.
La base son las relaciones que se establecen, las dinámicas y alianzas que ayudan, las conexiones que ofrecen libertad y respeto. Si bien, de dónde venimos, ha sido fruto, en muchas ocasiones, de distanciamiento, aislamiento o exclusión, de daños y asuntos no resueltos.
Los conflictos que aparecen son pruebas, retos que la vida pone por delante para poder afrontarlos, resolverlos, transitarlos, traspasarlos. A veces se convierten en crisis de pareja, en crisis en la relación entre hermanos/as o en crisis en la relación padre/madre-hijo/a.
Son señales de que algo no va bien y requiere atención. Son oportunidades de cambio.
La familia se encuentra en un sistema/ contexto social y cultural concreto, viene con su herencia de la familia de origen del padre/madre y de generaciones pasadas.
La familia creada, de alguna u otra manera, hace de espejo, saca a relucir situaciones y asuntos pendientes para que, en el fondo, se aborden y no sean, sus miembros, abordados y arrastrados a su perpetuación, como por ejemplo, se hace a la hija que asume el rol de madre cuando no esté, o cuando se excluye al hermano menor: el enfoque de trabajo va encaminado a que cada miembro cumpla su función en la familia.
En el caso de los niños y las niñas (como hijos e hijas lo hemos vivido) son expertos/as en darnos señales, a modo de síntomas, de que algo está pasando y requiere poner atención. Y muchas veces no sabemos qué hacer, qué quieren decir, qué les pasa y porqué se comportan de esta manera.
En el espacio de Acompañamiento Infantil y Familiar se pretende ver al niño/a, al padre/madre, hermanos/as. A cada miembro del sistema familiar creado y saber cómo está cada miembro y dónde está colocado, así como conocer cómo son las relaciones entre cada miembro.
Se pretende además, mostrar cómo es el funcionamiento familiar como sistema, como un todo complejo, más allá de la suma de las partes. Cuando la familia se percibe a sí misma, la consciencia familiar actúa en favor de la curación.
De esta manera se puede elaborar un proceso de acompañamiento que genere claridad y posibilite herramientas y movimientos hacia un sentido de pertenencia, de orden y amor, de un respeto mutuo y límites seguros y sanos.